Las carpinterías que hemos restaurado en esta casa señorial de Fuentes de Andalucía, Sevilla, han permitido mantener casi intacta la fachada del barroco tardío construida en 1790 en la que se sustituyeron, a principios del siglo XX, las ventanas de planta alta por balcones y se subió la cornisa incorporando elementos cerámicos; investigamos la historia del edificio en el archivo notarial de Écija y en el archivo municipal. Utilizamos morteros de cal en fachadas, estuquillo en portada, protección de la cerrajería para dejarla sin pintar o aceite de linaza en carpinterías y suelos de barro.
En el edificio, de líneas rectas y horizontales, destaca la portada de ladrillo cortado similar a las obras de los alarifes locales Ruiz Florindo.
Matterport, visita virtual 3D a este singular edificio: una interesante propuesta del fotógrafo #rafaelarbide. Aplicando tecnología Matterport durante el proceso de rehabilitación, disfrutaremos de una completa experiencia de sensaciones en cada uno de los espacios.
Una antigua fotografía nos permite tomar la decisión del acabado y color en el singular elemento arquitectónico de la esquina. Sin la fotografía hallada tal vez continuamos con el blanco puro de la austera fachada. En cambio, lo que parece un mortero de cal color natural en la fotografía, nos permite diferenciar con este acabado la rotundidad de este elemento.
En el patio, las columnas de piedra del país, procedentes de Miño, A Coruña, tienen un peso aproximado de 1600 kgr. Su transporte hasta esta casa en Fuentes de Andalucía, Sevilla, ha sido complejo pero el resultado es el proyectado: simplicidad, orden, sobriedad. Sustituyen los probables arcos y columnas de finales del XVIII eliminados en una importante reforma anterior del siglo XX. La tonalidad ocre de este granito, una roca ígnea plutónica, ha encajado con los materiales preexistentes, permitiendo su elevada altura de 3.50 m, mantener los dinteles con luces de amplias dimensiones.
Mixtura (mezcla, juntura o incorporación de varias cosas) es el resultado del salón a doble altura, un espacio de grandes dimensiones que era imprescindible convertir en acogedor, ocupando la última crujía de la casa con fachada al patio posterior y cuyo forjado de planta primera se había eliminado casi en su totalidad como inicio de la demolición total de la crujía por parte de los anteriores propietarios.
Las armaduras de par e hilera y nudillo entroncan con la tradición mudéjar de la campiña sevillana. En la cubierta a dos aguas de teja cerámica plana, la longitud de la hilera (viga longitudinal que une los pares inclinados) recorre la crujía. Los nudillos, vigas horizontales próximas a la hilera y transversales a esta, contrastan con el entramado horizontal inferior, soporte del antiguo techo de escayola que cubría la armadura; aún sin función estructural hemos determinado su conservación.
Experimentando en un baño incorporado al dormitorio, aún por terminar con una gran pieza de vidrio que unirá las puertas de las zonas de lavabo e inodoro. Todos los sanitarios proceden de anticuario: la bañera de fundición, el lavabo de pedestal en cerámica de los años 20, con grifería americana, y el inodoro.
La cacharrería esmaltada en blanco presente con los lebrillos trianeros, conocidos como loza blanca de Triana o sevillana, habitual en las vajillas andaluzas tradicionales, utilizados como lavabos en este distribuidor previo a una sala de baño.
Un redescubierto suelo de baldosas hidráulicas de principios del siglo XX inspirado en la cerámica de Nolla, ocupa varias salas de planta baja, con dibujos de mallas y geometrías, mientras que la planta alta dispone de ladrillo ecijano de formato mayor al habitual. En el salón mármoles de Carrara procedentes de una casa del arquitecto Aníbal González.
En la azotea, rodeada por las torres barrocas de iglesias y conventos, subimos un olivo centenario. Un banco de obra, un poyete y el agua harán todo lo demás.